La epigrafía, ciencia encargada de la lectura de las inscripciones, nos permite dar nombre y conocer la vida de los antiguos ciudadanos y ciudadanas de Roma. Muchos de estos epígrafes eran epitafios colocados en las tumbas, destinados a recordar la memoria del difunto. Es el caso de un epígrafe recuperado en Carthago Nova, que narra la temprana muerte de Argentaria Faustila, hija de Gayo. La inscripción se hace eco de los versos de Ovidio, el célebre autor que en época del emperador Augusto compuso el Ars Amandi. El epitafio de la joven Argentaria dice así:
"Yo, Argentaria Faustila, hija de Gayo, arrebatada de los brazos de mi marido mientras transcurría mi décimosexto año de vida, aquí yazco. Yo, objeto de preocupación para quienes lo han tenido por justo y lícito, para quienes preocuparse por mi ha sido una cosa de derecho y de justicia, tengo este consuelo por mi muerte, los premios de la vida que ya me había llevado. Para mí, ya difunta, mi madre ha sufragado la ofrenda del monumento y Nigela (se ocupa) en persona (de) sus cuidados".
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